La iniciativa propone condensar toda la oferta electoral para cargos nacionales en una única planilla de papel, la cual se divide en filas horizontales para cada una de las categorías a cargos electivos, y columnas o franjas verticales para cada una de las agrupaciones políticas que compiten.
Por cada tramo y por cada alianza electoral habrá un casillero vacío. El elector deberá seleccionar solamente una opción por cada categoría: si marca dos o más casilleros el voto se considerará nulo. En tanto, si no marca ningún casillero se considerará voto en blanco en esa categoría específica. Por otro lado, no habrá un casillero específico para el voto en blanco. Y si una agrupación política no presenta candidatos en alguna de las categorías se incluirá en ese espacio la inscripción «No presenta candidato».
La BUP tendrá impresos los nombres de los primeros cinco candidatos de la lista de diputados nacionales, y se incluirán fotografías a color de los primeros dos candidatos (de acuerdo a la ley de paridad de género serán un hombre y una mujer, o viceversa). En la categoría de senadores nacionales, aparecerán con foto los dos candidatos titulares, al igual que el candidato a presidente y vicepresidente.
Las listas completas de candidatos deben ser publicadas en afiches o carteles en cada cabina de votación, asegurándose que tengan una adecuada visibilidad.
Si bien hubo mayoría de votos a favor, hay diversas posturas respecto de los puntos a favor y en contra de esta medida. Desde el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC) celebraron la decisión y destacaron los beneficios de una propuesta por la que vienen empujando para su implementación.
Según CIPPEC, los principales beneficios de la BUP son:
«Los partidos son los responsables de diseñar, imprimir –con aprobación judicial previa–, distribuir y custodiar las boletas el día de la elección. Esto genera desventajas para algunos partidos con dificultades para custodiar y asegurar la disponibilidad de boletas en todas las mesas», destacaron desde la institución.
«Además, la boleta partidaria puede resultar compleja para quienes emiten un voto cruzado (apoyar diferentes partidos para distintos cargos en juego). En la mayoría de las democracias del mundo se utiliza la boleta única de papel (BUP) en la que se presentan las listas y/o candidaturas de los diferentes partidos: su distribución y disponibilidad en los centros de votación es responsabilidad del Estado», agregaron.
Por eso, consideraron que la BUP «equipara las condiciones de competencia entre partidos y mejora el acceso al sufragio entre los y las votantes. A diferencia de la boleta partidaria, la boleta única permite que quienes votan tengan todas las opciones en un único papel y puedan elegir la que prefieren marcándola. Esto evita la complejidad y los errores potenciales que surgen con el corte de boleta partidaria».
En Argentina, Córdoba, Santa Fe y Mendoza implementan esta forma de votar, con una evaluación positiva de los y las electores/as: en Santa Fe (2015), el 94,51% aseguró que votar con boleta única papel le resultó más fácil que hacerlo con boleta partidaria.“
Sebastián Galmarini, politólogo, director del Banco Provincia de Buenos Aires y hermano de la ex titular de AySA Malena Galmarini, publicó un artículo de opinión en PERFIL y también un video en sus redes sociales recopilando los motivos por los que la BUP podría traer pocas soluciones.
En primer lugar, refirió al encarecimiento de la boleta en sí misma: «Suponiendo que el padrón sea de 12 millones de electores como podría ser en la provincia de Buenos Aires, la boleta múltiple papel (la boleta que actualmente se usa) vale 70 pesos, lo que daría cerca de 840 millones de pesos. Con la BUP que tiene troquelado, sello de goma, engomado y además podría tener algunas impresiones adicionales con un gramaje de papel distinto, a 300 pesos por boleta, sería de 3600 millones de pesos. Claramente, el costo sube».
Por otro lado, advirtió que podría vulnerar un sistema electoral argentino, al que consideró transparente: «Respecto del fraude, hay muchos países que tienen BUP y tienen severos problemas de fraude. Hay numerosos estudios que demuestran que las elecciones en nuestro país han sido íntegras y transparentes. Tanto es así que han permitido la alternancia en elecciones muy competitivas».
Respecto de los beneficios que traería para el trabajo de la fiscalización, Galmarini salió a refutar: «Dicen que va a simplificar la fiscalización. Pero es, por lo menos, una verdad a medias. Porque los fiscales partidarios no solo controlan que las boletas estén en el cuarto oscuro sino que identifican a los electores que se acercan a votar, y ese trabajo no cambia. En el recuento y fiscalización, vamos a tener que contabilizar cada una de las cruces que se marcan en esa papeleta. Francamente, no creo que sea más sencillo».
También señaló el riesgo del «voto cruzado». «Es la idea de que uno puede votar a distintas categorías de cargo de distintas fuerzas políticas, lo que puede hacer ingobernable al país».
Por último, Galmarini advirtió sobre «la farandulización de la política»: «Al estar en cada categoría la foto de uno de los candidatos, el candidato va a terminar siendo el más conocido y no el que represente una ideología, un partido o alguna historia».
JD / ds
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