La mujer, Graziella Deni, se encontraba de vacaciones en Murta Maria cuando dos vendedores ambulantes la abordaron a ella y a su hijo de 63 años a la salida de la playa. Los vendedores les ofrecieron degustar quesos y embutidos sin mostrar precios ni etiquetas, ganándose la confianza de la anciana al afirmar que eran productos de su propia producción.
Tras la degustación, los vendedores acompañaron a Deni a su casa para finalizar la compra. Allí, le ofrecieron más productos y calcularon el total en un celular mientras la distraían con una conversación. La mujer, sin procesar la suma, pagó con su tarjeta de débito.
Al darse cuenta del monto exorbitante, Deni intentó contactar a los vendedores sin éxito. Su nuera logró comunicarse con ellos por WhatsApp, pero recibió una respuesta «articulada y maleducada», justificando el precio por ser productos «de nicho».
Deni, quien sufre de baja visión, se siente «estúpida» y engañada, pero insiste en que su condición no fue la razón de la estafa, sino que los vendedores aprovecharon la situación amistosa creada en su casa.
La Guardia di Finanza investiga si los vendedores incumplieron con la obligación de emitir un recibo fiscal, y los Carabinieri de Buddusò también fueron informados del caso.
El incidente ha generado indignación y preocupación por la vulnerabilidad de las personas mayores frente a este tipo de situaciones. Las autoridades continúan investigando para determinar si se trató de una estafa y tomar medidas para evitar casos similares en el futuro.
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