El desarrollo de este revolucionario alimento involucra a diversas instituciones y cooperativas agrícolas y ganaderas, con el fin de potenciar el acceso de los productores a nuevas tecnologías. El proyecto no solo busca mejorar la productividad, sino también reducir el impacto ambiental asociado a la producción tradicional de alimentos para rumiantes, como la soja y el maíz.
Los especialistas resaltan la importancia del bienestar animal en el proceso de engorde, asegurando que todos los ensayos están avalados por las autoridades competentes. Además, destacan el potencial de los alimentos producidos con insectos para contribuir a la economía circular y ofrecer una solución sostenible y ecológica a problemáticas sociales.
A pesar de los avances en la investigación, el uso de insectos para consumo animal aún no está regulado en Argentina, lo que representa un desafío para la implementación de este tipo de proyectos a gran escala. Sin embargo, el reconocimiento recibido por este proyecto en el ámbito agroalimentario evidencia su importancia y potencial a nivel regional e internacional.